Vía ferrata Baumes Corcades (Centelles): cruza el puente nepalí más largo de Europa
La vía ferrata centelles, o les Baumes Corcades, está considerada como una de las más famosas de Cataluña, y la más transitada de todas.
La vía lleva hasta la cima del Puigsagordi, pero antes de ello hay que pasar por cuatro tramos de paredes verticales, desplomados o el famoso puente nepalí de 68 metros.
Para suerte del novato, esta vía está indicada tanto para iniciación como para expertos en la materia, ya que en todos sus tramos cuenta con dos variantes: una fácil y otra difícil. Pero ambas cargadas de adrenalina.
Además, es una vía muy bien equipada que proporciona en todo momento al visitante una jornada segura, la cual te llevará, aproximadamente, 4 horas de ida y vuelta. Eso sí, debes tener muy en consideración todas las medidas de seguridad para realizar este tipo de actividades, ¡no lo olvides!
El primer tramo se caracteriza por su verticalidad, ya que son, aproximadamente, 70 metros los que hay que ascender hasta llegar al comienzo del segundo tramo. Un plato fuerte para empezar a calentar.
En el segundo tramo vamos a encontrar la primera dicotomía: elegir entre cruzar el puente nepalí de 68 metros (parte difícil), o seguir flanqueando las rocas.
El puente nepalí cuenta con un cable alto, otro a media altura y, por suerte, y según cuentan los que han podido probarla, dos cables unidos para los pies. Y es una suerte esto último porque, si ya de por sí el puente se tambalea, imaginaos si no tuviera los dos cables, que dan mayor estabilidad.
Aun así, muchos coinciden en que se pasa verdaderamente miedo cruzándolo. Sin embargo, seguro que muchas personas, y tú entre ellas, están dispuestas a correr ese riesgo.
Al finalizar este tramo encontramos un simpático buzón para dejar nuestra vivencia. Es posible que, después del miedo pasado en el puente nepalí, más de uno haya dejado aquí su más recóndita declaración de amor a un ser querido.
Seguimos con flanqueos durante un recorrido medianamente largo. Es esta zona la que da nombre a la vía ferrata: las cuevas abiertas son los baumes (en catalán).
En el tercer tramo encontramos de nuevo una bifurcación. Podemos elegir la vía difícil, si queremos seguir avanzando al borde del infarto, y entonces seguir por la variante de L’Esperó (indicada para expertos). Catalogada como K5, esta opción tiene la dificultad en los desplomados, muy acentuados.
Si, por el contrario, prefieres una opción un poco más liviana, entonces debes seguir por la variante de la Tosquera, hasta llegar a uno de los símbolos de la vía ferrata: la escalera.
Podríamos decir que el cuarto tramo empieza tras subir dicha escalera. Cruzamos, entonces, la barra, situada sobre el vacío, que lleva a la escalera y, si no tenemos demasiado miedo a las alturas (y en este momento de la vía ferrata, ya casi para acabar, más no vale que no lo tuviéramos), podemos aprovechar para echar una miradita abajo. Impresiona, no: te deja sin aliento.
Por último, nos encontramos la última parte de la vía. Algún desplome más con abundantes grapas para un final muy deseado para todos. Llegamos hasta el hito de piedra y tomamos la foto de la satisfacción.
Si esta especie de crónica no termina de convencerte, aquí tienes algunos motivos por los que decirte por la baumes corcades.